viernes, 25 de febrero de 2011

...mi gran aventura infantil

Jose me guiña el ojo y se que esa es la señal. Yo intento devolvérsela, pero no lo consigo. Lo he intentando muchas veces y sólo alcanzo a cerrar los dos ojos como si me picasen. Las amigas de mi madre se ríen cuando lo hago, pero no intento hacer una broma, creo que los adultos muchas veces supon

en que entienden mucho de todo, pero saben poco de la mayoría de las cosas, aunque quiero seguir practicando porque se que lo conseguiré. Y así no tendré que darles explicaciones y decir que no intentaba hacerles reír.

Mi corazón se ha vuelto loco, choca con mi pecho y mi espalda cómo si quisiese correr fuera de mi cuerpo, pero qué suerte tener el abrigo rojo que mamá me regalo, así se siente protegido, eso me dijo ella. A mi me gusta esta sensación, ¿acaso el corazón y los labios están conectados? porque parece como que no pudiese ponerme seria, mi sonrisa se está rebelando y

no se queda quieta. Acabo de pensar que Mamá siempre dice que tramo algo cuando pongo una sonrisilla, así que voy a apretar los labios uno contra el otro y así disimularé. Los mayores a veces me recuerdan a los perros. Mi padre dice que no tienen capacidad de pensar, que simplemente hay que repetirles todo el día lo mismo para que lo entiendan, pues yo creo que los adultos a veces piensan que entienden algo solamente porque lo ven repetido. Porque esta sonrisilla no tiene nada que ver con la que le pongo a mi madre. ¡Lo que tramo es una gran aventura!

Todos han formado una fila y se terminan rápido la merienda.

No sé porque Doña Rosalía nos obliga a formar la fila, si al fin y al cabo ya sabemos que tenemos que ir a clase. Cuando estamos en el recreo yo siempre se perfectamente dónde están cada uno de mis amigos sin que tengan que formar una fila para ello. Parece ser que cuando creces, debes ordenar las cosas de manera aburrida. Los adultos lo llaman "tener todo bajo control".

Me suenan las tripas, hoy no me he traído merienda porque Mamá no me la preparó, anoche estuvo peleándose con Papá. Antes se encerraban en su cuarto para pelearse, nunca he entendido por qué, creo que la habitación debía tener un efecto mágico, porque al rato dejaban de gritarse y salían conten

tos, pero creo se ha terminado la magia, porque ahora les da igual gritar en cualquier sitio de la casa y nunca acaban contentos. Anoche no les escuché porque yo me fui para mi cuarto y me acosté en la cama. Me hice la distraída porque sino luego mamá llora conmigo, creo que le da pena saber que yo sé que se ha terminado la magia de la habitación, así que pensé que si me acostaba todo se pasaría más rápido, y realmente así fue.

Aunque ahora lo recuerdo porque tengo hambre… pero Claudia me ha regalado tres galletas de dinosaurios que se ha traído. Me las voy a comer muy rápido porque tengo que silbar a Jose en cuanto esté lista.

Todo se ha quedado en calma en el parque. A lo lejos, las sombras de los árboles dibujan figuras y a veces me quedo mirándolas. El cielo es tan azul y está tan arriba que me embeleso. Mi tito siempre me dice "No mires tanto el cielo, Lucía, que no vas a poder tocarlo nunca" y luego se ríe un montón. La verdad es que no entiendo de qué se ríe, yo me pongo muy sería cuando me dicen eso y papá me mira y le contesta algo así como: "Anda anda, un hombre no es viejo hasta que comienza a quejarse en lugar de soñar… así que parece que te ha llegado la hora". Y después todos se vuelven a reír. Yo sigo sin entenderlo pero me da igual, miro al cielo y no me parece tan inalcanzable. Quizá si me pongo de p

untillas, un poco más… un poco más… tendré que subirme al tren del parque para intentar saltar desde ahí, a ver si llego. O sino, le diré a la abuelita que me lleve a la tele, porque yo he visto gente que está en el cielo y salta desde un avión, así que yo también quiero hacerlo, y mi abuelita siempre concede mis deseos. A veces pienso que es maga, porque siempre que estoy triste, me siento mal o necesito algo muy importante, ella está ahí para hacerme feliz.

¡¡Bien!! Por fin se ha ido Doña Rosalía, junto los labios y silbo a Jose, que viene corriendo. Ahora estamos solos, lo hemos conseguido. Hemos engañado a los mayores aunque ellos se creen que lo tienen todo bajo control.

Una vez intenté engañar a los mayores con mi tita, que es mayor pero siempre juega conmigo a ser pequeña y así nos divertimos mucho. Saltamos en la cama como si quisiéramos atravesar el techo, pero lo que atraves

amos fue la cama. Y pensamos en cómo podíamos mentir a los mayores para que no nos regañasen pero al final tuvimos que decir la verdad. Aunque como fue en casa de mi abuelito y mi abuelita y allí todo es fácil, como si hubiése una pócima que consiguiese que las cosas se volvieran sencillas y nunca hubiera problemas, pues sonrieron y compramos otra cama. Esa fue la solución y lo mejor de todo es que ¡¡no nos regañaron!!

Jose y yo somos los mejores amigos que hay en 2º d

e preescolar, además de María y Marta, y como somos los mejores amigos, nos gustan las mismas cosas. Ahora el parque es sólo nuestro y es gigante, Jose me mira y los ojos le parpadean, creo que mamá dice que eso se llama ilusión.

Nos damos la mano y corremos como si fuera a acabarse el tiempo en el mundo y cuando nos cansamos, nos tumbamos en el césped, miramos al cielo y jugamos a imaginar como podemos alcanzarlo.


Es que hoy el cielo está muy azul y a nosotros nos encanta