miércoles, 15 de junio de 2011

Tengo prisa. Cap, 4


Llevaba las ojeras como bolsas de agua en la cara pegadas, y todas las maneras de inventar coartadas bajo el brazo sujetas, un tartamudeo latente sobre las palabras que empezaban por ese y medias sonrisas que dejaba escapar sin disimulo.


Pero él la perdonaba...


- No le he parado porque tenía cara de que no... de

esos "NO" que son que no desde el principio al final.


El sonreía y la perdonaba.

Y la protegía como lo hacen las excusas a la duda, sin pedir nada a cambio. La

perdona y muchas veces me he preguntado si de algún modo la veneraba,

porque en sus ojos de hombre de viajes parecía haber luciérnagas cuando

ella abría la boca.


En cierto modo, digamos... me causaba ternura

observar como la echaba de menos, pensándola tan lejos.


La echaba de menos con la nostalgia que producen las cosas que sabemos

inalcanzables.


Él sabía quién era la mujer que le echaba el ojo y

cuantos ojos le echaba, tenía controlados los trastos y todos los muebles del

salón que le había tirado, había estudiado los movimientos de la rubia, y

anotaba las miradas furtivas que le clavaban en la espalda a la chica de rojo cuando bailaba en las baldosas.


Había quién diría que él era

de todo, menos espontáneo. De hecho, estoy seguro de que había

ensayado la frase frente a cada uno de los escaparates de la calle... y

aquel día se armó de un valor de hierro.


- Oye, ¿te apetece ahora

después una cerveza?

- Con el calor que hace me apetece hasta que me la

tires por encima...


Si pudiera adivinar... me atrevería a decir que

pensó:


¿Son el rojo y el negro dos colores con futuro?


En el fondo estoy seguro de que siempre le habían parecido algo tristes...



lunes, 13 de junio de 2011

Tengo prisa, Cap. 3


Un... dos... tres...


Llegaba a nueve y sonreía, era su media semanal.


Yo se que luego salía a la calle pensando cuál era su

camino exacto y hablaba a la gente casi preguntándoselo. A veces de tanto girarse a saludar, se mareaba. A mí me hacía feliz observar cuando la chica de rojo se quedaba quieta un instante, se retocaba el pelo y metía la mano en su bolsillo.



¿acaso es esta mi gran vocación?


... Podría adivinar que era eso lo que pensaba cuando se quedaba tan absorta, pero un complot de voces en susurro distorsionaban su respuesta y la bifurcaban a un gris 80% que mareaba a cualquiera, entonces simulaba ser como los demás y daba los buenos días sin esfuerzo. Así acumulaba socios y conversaciones sin sentido, formularios a medias, respuestas innecesarias y una excesiva complacencia de la que no hacía alarde, mientras se dejaba perder un rato más en su mundo.



En aquel paradigma que bien parecía un instante fotográfico, hubo quien se quedó mirándola casi más de lo debido.



...La chica de rojo aún no se había dado cuenta, pero había una mujer que no paraba de echarle el ojo.

Tengo prisa, Cap. 2


A lo largo de la barra se disponían la pesadumbre y el lamento de par y en par, las cervezas de buenos días

y la colilla de un mal cigarro disimulado. Los señores mayores se acariciaban la barba pero no pensaban nada, y la chica alta imaginaba cómo sería su vida si hubiese hecho caso a su instinto mientras volvía a fregar la vajilla gastada.


Todo en aquel bar sucedía más despacio.



El chico de negro instaba con su entrepierna marcada y su mano imprecisa bajo la mesa, y todos se hacían los despistados. La rubia al fondo se retocaba el rimel mientras con el ojo izquierdo controlaba su alrededor, siempre perfecta, siempre a punto, nunca del todo...


...exacta.

Tengo prisa, Cap. 1


- Géminis, bipolar y a su servicio - Terminó

de escribir y firmó el resguardo.



La chica de rojo sonrió descarada y forzo

samente al escucharle, contoneando las pestañas en un alardeo d

e mal gusto. No había dominado nunca el arte de la seducción y

cuando lo intentaba, sentía que podía verse igual que un actor de teatr

o tras la gran pantalla.


- ¿A mi servicio? No me lo digas dos veces, que tengo tus datos.

- Me gustaría que los usases, el fin ya

, que sea el que tú decidas.


Y luego le dejó marchar, mientras le observaba, caminando a pulso para no rozarse con nadie más.


- Buenos días, ¿qué tal?



Y volvió a pensar en si realmente esa era su entonación cuando antes saludaba sin ni siquiera pensarlo...

viernes, 25 de febrero de 2011

...mi gran aventura infantil

Jose me guiña el ojo y se que esa es la señal. Yo intento devolvérsela, pero no lo consigo. Lo he intentando muchas veces y sólo alcanzo a cerrar los dos ojos como si me picasen. Las amigas de mi madre se ríen cuando lo hago, pero no intento hacer una broma, creo que los adultos muchas veces supon

en que entienden mucho de todo, pero saben poco de la mayoría de las cosas, aunque quiero seguir practicando porque se que lo conseguiré. Y así no tendré que darles explicaciones y decir que no intentaba hacerles reír.

Mi corazón se ha vuelto loco, choca con mi pecho y mi espalda cómo si quisiese correr fuera de mi cuerpo, pero qué suerte tener el abrigo rojo que mamá me regalo, así se siente protegido, eso me dijo ella. A mi me gusta esta sensación, ¿acaso el corazón y los labios están conectados? porque parece como que no pudiese ponerme seria, mi sonrisa se está rebelando y

no se queda quieta. Acabo de pensar que Mamá siempre dice que tramo algo cuando pongo una sonrisilla, así que voy a apretar los labios uno contra el otro y así disimularé. Los mayores a veces me recuerdan a los perros. Mi padre dice que no tienen capacidad de pensar, que simplemente hay que repetirles todo el día lo mismo para que lo entiendan, pues yo creo que los adultos a veces piensan que entienden algo solamente porque lo ven repetido. Porque esta sonrisilla no tiene nada que ver con la que le pongo a mi madre. ¡Lo que tramo es una gran aventura!

Todos han formado una fila y se terminan rápido la merienda.

No sé porque Doña Rosalía nos obliga a formar la fila, si al fin y al cabo ya sabemos que tenemos que ir a clase. Cuando estamos en el recreo yo siempre se perfectamente dónde están cada uno de mis amigos sin que tengan que formar una fila para ello. Parece ser que cuando creces, debes ordenar las cosas de manera aburrida. Los adultos lo llaman "tener todo bajo control".

Me suenan las tripas, hoy no me he traído merienda porque Mamá no me la preparó, anoche estuvo peleándose con Papá. Antes se encerraban en su cuarto para pelearse, nunca he entendido por qué, creo que la habitación debía tener un efecto mágico, porque al rato dejaban de gritarse y salían conten

tos, pero creo se ha terminado la magia, porque ahora les da igual gritar en cualquier sitio de la casa y nunca acaban contentos. Anoche no les escuché porque yo me fui para mi cuarto y me acosté en la cama. Me hice la distraída porque sino luego mamá llora conmigo, creo que le da pena saber que yo sé que se ha terminado la magia de la habitación, así que pensé que si me acostaba todo se pasaría más rápido, y realmente así fue.

Aunque ahora lo recuerdo porque tengo hambre… pero Claudia me ha regalado tres galletas de dinosaurios que se ha traído. Me las voy a comer muy rápido porque tengo que silbar a Jose en cuanto esté lista.

Todo se ha quedado en calma en el parque. A lo lejos, las sombras de los árboles dibujan figuras y a veces me quedo mirándolas. El cielo es tan azul y está tan arriba que me embeleso. Mi tito siempre me dice "No mires tanto el cielo, Lucía, que no vas a poder tocarlo nunca" y luego se ríe un montón. La verdad es que no entiendo de qué se ríe, yo me pongo muy sería cuando me dicen eso y papá me mira y le contesta algo así como: "Anda anda, un hombre no es viejo hasta que comienza a quejarse en lugar de soñar… así que parece que te ha llegado la hora". Y después todos se vuelven a reír. Yo sigo sin entenderlo pero me da igual, miro al cielo y no me parece tan inalcanzable. Quizá si me pongo de p

untillas, un poco más… un poco más… tendré que subirme al tren del parque para intentar saltar desde ahí, a ver si llego. O sino, le diré a la abuelita que me lleve a la tele, porque yo he visto gente que está en el cielo y salta desde un avión, así que yo también quiero hacerlo, y mi abuelita siempre concede mis deseos. A veces pienso que es maga, porque siempre que estoy triste, me siento mal o necesito algo muy importante, ella está ahí para hacerme feliz.

¡¡Bien!! Por fin se ha ido Doña Rosalía, junto los labios y silbo a Jose, que viene corriendo. Ahora estamos solos, lo hemos conseguido. Hemos engañado a los mayores aunque ellos se creen que lo tienen todo bajo control.

Una vez intenté engañar a los mayores con mi tita, que es mayor pero siempre juega conmigo a ser pequeña y así nos divertimos mucho. Saltamos en la cama como si quisiéramos atravesar el techo, pero lo que atraves

amos fue la cama. Y pensamos en cómo podíamos mentir a los mayores para que no nos regañasen pero al final tuvimos que decir la verdad. Aunque como fue en casa de mi abuelito y mi abuelita y allí todo es fácil, como si hubiése una pócima que consiguiese que las cosas se volvieran sencillas y nunca hubiera problemas, pues sonrieron y compramos otra cama. Esa fue la solución y lo mejor de todo es que ¡¡no nos regañaron!!

Jose y yo somos los mejores amigos que hay en 2º d

e preescolar, además de María y Marta, y como somos los mejores amigos, nos gustan las mismas cosas. Ahora el parque es sólo nuestro y es gigante, Jose me mira y los ojos le parpadean, creo que mamá dice que eso se llama ilusión.

Nos damos la mano y corremos como si fuera a acabarse el tiempo en el mundo y cuando nos cansamos, nos tumbamos en el césped, miramos al cielo y jugamos a imaginar como podemos alcanzarlo.


Es que hoy el cielo está muy azul y a nosotros nos encanta

jueves, 29 de abril de 2010

txu

callada, esparces partículas de luz,
que transforman la habitación
en nuestro lugar ingrávido...

...y las formas cóncavas y convexas
de tu sonrisa,
se dosifican en mis retinas,
envidiosas de tu imagen.

estás tan bonita tumbada,
en un sueño lúcido,
besándome como acto reflejo,
entrelazando tu sudor con mi abrazo,

amaneces sin haberte dormido,
y me susurras caricias,
rozándome con los dedos
en nuestra eterna madrugada



jueves, 3 de diciembre de 2009

.Re.descubriéndome.

-repartiendo tareas de limpieza-






No es cuestión de hablar de dos, pero sale solo.
y, siéndome sincera, a mí el uno me pareció siempre tan escaso como frío.
y para pasar frío ya tengo la ventana que no cierra del todo,
o las mañanas descalzas, un radiador que no deja pasar el calor, tus pies entrecruzados.

y este orden desordenado que cada mañana me recuerda que mi instinto patológico de avalar por escrito la tristeza ha desparecido, porque ya no existe.

Porque no hay tristeza, ni hay pena, ni soledad, ni llanto.
No hay muecas, ni el pie a trescientos por hora en la misma
loseta del suelo.
No hay ansiedad, ni subterfugios ocultos, ni excusas, ni miedos.
No está porque se desvaneció cuando te sumergiste en mis instintos
para que pudiese recurrir a tí como acto reflejo y asi nunca encontrar vacío,
sino vaciar la inseguridad de mis pasos, al confluirte.


Pienso continuamente en las historias de amor que me contaron y yo que siempre fui elitista me siento por encima, más arriba, más debajo, más enmedio, más fuera, más dentro, como en otra fase, en otra orbita de gravedad dónde parece que solo se atraen las cosas positivas, lo que fuerza y refuerza nuestras paredes, nuestros cimientos, nuestros encajes.

No se muy bien qué significan todas las historias de amor que me contaron,
pero tengo claro que la mia ni se le acerca.

y ni siqueira se definirla
ni encasillarla,

a veces ni traducirla, ni describirla...
y tan solo, simplemente,
me apetece vivirla.


cada día contigo



es el mejor día de mi vida...